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domingo, 26 de junio de 2016

Duele. Mucho.


Después de esa tarde estoy un poco extrañada. Voy a dejarme de darme vueltas e ir al parque a despejarme. Dibujar  siempre me ha ayudado. He dibujado nuestro beso. Fue perfecto a mi punto de vista. Y entonces lo veo. A él y Laura. Juntos. Tan juntos que sus labios se besan. Y voy hacia allí. Llorando le abofeteo. A él, no a Laura. Laura ya me da tanto igual que le grito que se pudra. Vuelvo hacia mi bloc de dibujo. Él viene detrás de mí, como si ya pudiera arreglar algo. Le ignoro, con lágrimas en los ojos. Me ha quitado casi todo. Me ha quitado lo de confiar en él. Me ha quitado la felicidad. No me gusta este sufrimiento que él ha causado. No me gusta nada.

Vuelvo a casa. La vida duele. Mis lágrimas se irán dentro de poco, pero no el sufrimiento que las acompaña. Duele muchísimo. 
Ya está, no me han quedado lágrimas que derramar. Pero si sufrimiento que atender. Dolida, lo comprendo. Aunque me haya hecho eso le seguiré queriendo. Le seguiré amando. Incluso aceptaré sus disculpas y volveré a caer en sus redes. Si se disculpa, claro. 
En esta entrada he repetido doler muchas veces. Pero es la verdad. 

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