Nuevo chico.

Hola. Aldama siempre me ha dicho mi malota porque siempre he sido de meterme mucho en lios. Sí, lo admito. Pero siempre he tenido una debilidad, los animales.  Nunca me ha gustado que se maltraten, se peguen, se abandonen... 
Bueno, mi prima tiene una protectora y la semana pasada fui a ayudarle y quedarme en su casa, de paso. Siempre me ha gustado ir allí. Balto, que ha crecido bastante, se siente de maravilla jugando con "Acaramelada" un setter irlandés de raza pura que encontramos abandonada en unas vías de tren.
Acaramelada:

Bueno, que pasa por ahí un chico guapísimo y me dice que quiere adoptar a un perro. Mi prima me dice que vaya a atenderlo, guiñándome el ojo. Yo suspiro y le pongo mi mejor sonrisa. Él dice que le da igual la raza. Es el chico perfecto. No es racista con los perros. (Aviso a Camila y Aldama: no me gusta). Le conduzco a el patio, donde pasan ahí los perros las mañanas. Él se decide por un husky mezcla de pastor belga y husky. Le sonrío y le digo como se llama (él y la husky). Dice que el es Saúl y la perrita será Sombra. Le sonrío y le digo que si quiere quedarse un rato. Asiente con la cabeza.
Saúl tiene la piel morena sin ser negra. Los ojos y el pelo oscuros. Su sonrisa es genial. Es definitivamente lo que más me gusta de él. Es un bromista y su carácter es muy peculiar. Me encanta.
De repente suena la campanilla. Voy a atender. Mierda, es Alejandro.
-¿Cómo c*ño me has encontrado? Sal de mi vida.
-No, Celeste, te amo.
-Déjame en paz!!! No pensaste eso cuando me dijiste regalada.
De repente aparece Saúl. Me agarra de la cintura y dice:
-Cariño. ¿Te está molestando?
Sorprendida, le miro. Él me hace un gesto con la cabeza.
Le digo:
-¡Qué va, cielo! Alejandro ya se iba.
Alejandro, visiblemente molesto, se va. Le doy las gracias a Saúl. Me ha salvado la vida. Y a Alejandro también. La torta que se llevaba era monumental.
-Debería irme ya. 
Le sonreí y asentí con la cabeza.
Ese chico me cae bien. Es muy majo.